El Castillo de Cristal

Mientras avanzamos, una fluidez de las bastas energías
Veo las ráfagas de un cruel encanto
Difuminándose, en los atávicos reflejos de aquel cristal
Suave y vertiginoso, un espasmo súbito que no da reposo
Caminata insensata!
Tras el frío doliente de aquel feto
Retorciéndose bajo el dolor de la Madre, que extirpa lentamente
A la llegada, de aquel lugar
Bajo la contracción, que se revela tras el llanto
Quitándome el último aire que respiro.

Castillo de Cristal.

Bajos los escondrijos, algunos se esconden
Misteriosos pasajes, escondidos por las cadenas del tiempo
Se sigue la caminata, una existencia…
Que no cobra razones ni motivos, se cierran las últimas señales
Los ojos de un hombre, que de súbito comienza su camino
De manera veloz… vestidura negra, todo cubierto
Su desesperación, lo lleva a no tener razón de su tiempo y espacio
Su avaricia, no lo deja liberar de su condena
Un palpitar arrítmico
Alma presionada, bajo el alimento se convierte.

Cristal Azul.

Valles de encantos, miles de ratos, sobran los pasos
Para romperse en mil pedazos, los trozos mutilados, los órganos desangrados
Giros tras giros, voces tras susurros, se oyen los mártires!
¡De pasajes ya destruidos!
El resonar del agua, que se desborda misteriosamente
Tal vez a la espera del momento justo, la clave sensata de una buena señal
Oh! Sus sentidos se abren, la molestia aberrante
Por el insulto, de entrar a su recinto, insólito.

Azul Esperanza.

Cuidar a los inocentes, el feto aún sigue…
No ser mártires de sus propias cárceles, por que continúan el ciclo
Cuida la sangre, la fuerza y vitalidad
No dejar, que se alimente de ello.

Atávicos reflejos, Un último suspiro.

Jade Akasha